Repensar la Pobreza
El
libro presentado es el resultado de quince años de investigación en los cinco
continentes sobre la desigualdad global y la pobreza por Abhijit V.benerjee y
Esther Duflo. Ambos son dos mentes brillantes, V.Berjee es actualmente
profesor de economía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y
Esther Duflo, profesora de Lucha contra la Pobreza y Economía del Desarrollo en
MIT.
La innovación de este libro radica en
que ambos autores desvelan la importancia que tiene acercarse a las víctimas y
distinguirlas pues son un sujeto clave para las acciones antipobreza. Es decir, que
para escribir este libro han acudido directamente a los protagonistas y así
poder comprender cómo funciona de verdad la economía de los pobres.
Muchas políticas gubernamentales
destinadas a ayudarles fracasan porque hacen suposiciones erróneas sobre sus
conductas. Esther Duflo defiende que para avanzar debemos dejar atrás el hábito
de considerar a los pobres como personajes de tira cómica y dedicar un tiempo a
entender la verdad de sus vidas, en toda complejidad y riqueza. Se piensan que
los pobres son de una manera y luego son de otra, por ello nuestros autores
hacen hincapié en que hay que basarse en las experiencias y no en teorías
preconcebidas. Hay que analizar los hábitos de los 865 millones de personas que
viven con menos de un dólar al día, conocer su vida económica y comportamiento
para llevar a cabo políticas útiles.
El libro está lleno de ejemplos, testimonios y comparaciones para ayudarnos a comprender las posibles soluciones para erradicar la pobreza y para hacernos ver la realidad en la que viven. Todas las soluciones que dan se basan primero en experimentos, es decir, que implantan medidas que han sido probadas sobre el terreno. Por este motivo, Benerjee y Duflo consideran que las medidas que se deben tomar no deben ser generalistas sino que deben centrarse en focos concretos y dirigirlas hacia la eficiencia.
El libro está lleno de ejemplos, testimonios y comparaciones para ayudarnos a comprender las posibles soluciones para erradicar la pobreza y para hacernos ver la realidad en la que viven. Todas las soluciones que dan se basan primero en experimentos, es decir, que implantan medidas que han sido probadas sobre el terreno. Por este motivo, Benerjee y Duflo consideran que las medidas que se deben tomar no deben ser generalistas sino que deben centrarse en focos concretos y dirigirlas hacia la eficiencia.
En lo
que respecta a la primera parte, el libro resalta tres variables destacables en
el ámbito de la pobreza y que, según los autores, envuelven a estos países en
una continua trampa. Estas variables son la hambruna, la educación y la
sanidad.
Para
entender esta trampa debemos tener claro
que la pobreza no es solo la falta de dinero, sino también la incapacidad para
desarrollar el potencial que todo ser humano posee. Es por ello que la
desnutrición, la falta de higiene y saneamiento que dan lugar a enfermedades y
muertes y la falta de formación hacen que la persona rinda menos de lo que
podría rendir, por tanto los ingresos serán menores y así sucesivamente.
Podemos
resumir las causas de la pobreza en cinco problemas. En primer lugar, los
pobres carecen de información y creen cosas que no son ciertas como por ejemplo
no saben las ventajas que tiene vacunarse y piensan que los años de estudios no
sirven para nada. Otro problema es que sobre los pobres recae la
responsabilidad de demasiados aspectos de la vida y por eso es muy fácil caer
en la trampa de posponer las cosas. Sus vidas podrían mejorar significadamente
facilitándoles al máximo que puedan hacer
lo más adecuado, para lo que podemos usar el poder de las opciones por defecto
y de los pequeños empujones. En tercer
lugar, hay buenas razones para creer que faltan mercados para los pobres o que, en algunos de ellos, se enfrentan a
precios muy desfavorables.
Los
países pobres también creen que están condenados al fracaso porque son pobres y
han tenido una historia desafortunada. Pero mucho de estos fracasos tienen
menos que ver con alguna gran conspiración de las élites para mantener su
control sobre la economía que con algún fallo evitable en el diseño detallado
de las políticas y con las ubicuas tres íes: ignorancia, ideología e inercia.
El último problema es que las expectativas sobre lo que puede o no hacer la
gente se convierte demasiado a menudo en profecías auto cumplidas y a verdad es
que no es fácil cambiar las expectativas pero tampoco es imposible.